sábado, abril 15, 2006

Que las hay, las hay

Sí, está lleno de brujas por todas parte. Quizás en mayor número dentro de mi núcleo familiar y aparentemente he heredado los dones. Realmente no hay que ser mago para darse cuenta, seguramente cualquiera de mis compañeras de oficina lo hubiera notado... luego de dos intensa semana de salidas -aparentemente desde que Arus está en MX mi agenda comenzó a llenarse- estoy hecha una porquería. Las ojeras crecen y ya no tienen límite ¿Alguna vez vieron a alguien con ojeras en la panza? ¡Espero no encontrármelos! No es cuestión de exagerar pero voy a citar algún ejemplo para que puedan entenderme:
El martes durante la cena, la comida iba del plato a mi boca automáticamente como si tuviera piloto automático, roce levemente una copa con agua... el final previsible por suerte no llego porque la misma torpesa que me caracteriza contiene un rasgo de agilidad que me hizo atarjarla en un sólo movimiento, pero estuvo cerca.
Pensándolo mejor ayer hubo un hecho más acorde a mí círculo amistoso y las pavadas que pueden surgir en el. Estaba en la heladeria con un billete de cinco pesos y el helado en la mano cuando le digo a Verónica: "Lo que pasa es que yo necesito más cerveza para llegar a casa". En fin, las cervezas no me iban a llevar a casa pero las moneditas que me proporcionó el cajero fueron de suma utilidad. El relato de estos hechos es francamente más aburrido que verme haciendo todas esas pavadas una detrás de la otra.
Veamos, creo que la conclusión es que debo volver pronto a la "normalidad" el tema es como lograrlo. No recuperaré mi imagen de ama de casa aburrida y oprimida por el trabajo hasta que mi coequiper, mi partener, no retorne a las pampas para asegurarse que mi intachable imagen de boba hogareña continúe donde estaba.

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