lunes, febrero 25, 2008

La forma de la pasión silenciosa

Ana calla. Cumple su rutina laboral con hastío, lo transpira y en el brillo de su piel se le nota. Todas las tardes espera el horario de salida para llegar al extasis. Esas horas de baile vespertino la ayudan a sobrevivir.
Lisa no se conforma, nunca, ni siquiera cuando está bien. Parece un vicio, como el cigarrillo que dejó, obtenido desde la más tierna infancia. Cada día se parece más a su madre pero no puede evitarlo, la aterra la imposibilidad de evitar ése destino fatal. No quiere ser una inconformista. Quiere levantarse todas las mañanas y agradecer a la vida por dejarse ser vivida.
Greta. Extravagante como su nombre lo indica todo es exageración en en su vida, o al menos en una parte de ella. Si pudiera describirla utilizaría objetos para conformar una imagen de ella. Plumas, brillos y animal prints. Debajo de tanta textura hay alguien sensible que sufre.
La forma de la pasión silenciosa las invade.

miércoles, febrero 06, 2008

Las manos

De pronto la imagen aparece en cuadro. Primer plano. Esas manos sobre el banco de la iglesia. Adelante se desarrolla una escena completamente diferente. Las manos, mis manos. La imagen del paso del tiempo, el transcurso de los días, de la vida. La edad se ve reflejada indefectiblemente en ellas. El sufrimiento puede escapar al gesto de los ojos, a los labios, a casi todo, pero las manos... sujetan, sostienen y claramente el paso de los años hacen que ese peso se note en su belleza o en la carencia de ella. Es impresionante como la edad llegó sin avisar. Quedó documentada en esas venas sobresalientes, azules; los tendondes irrumpen en la piel demostrando que otras cosas también dejan marcas en el cuerpo. Esas manos de mujer no me pertenecen, no las quieron. Llevenselas.